julio 31, 2007

Bloody Public Transportation System, Felicia. (sic)



A pesar de lo que pasó el año pasado, me parece que este año fue más difícil para mí. Tomándomelo en broma digo que me he tomado un año sabático o que me fui de vacaciones forzadas. La verdad es que la falta de trabajo para un independiente empedernido como yo, es casi la muerte en vida. Escribo este post sin la menor intención de generar lástima, sino todo lo contrario de poder cagarme de risa de mí mismo y de que se caguen de risa, no de mí, sino conmigo. Después de regocijarme con mis buenos amigos y de trabajar lo poco que podía trabajar debido a mi distanciamiento del mundo de los negocios y a las pocas órdenes de compra que llegaban, me di cuenta que realmente estaba cagado. Mi presupuesto se había reducido al extremo tal que ya casi no podía hacer nada, pero de pronto y de vez en cuando, como por gracia divina una orden de compra salvadora, con brillo y sonido angelical caía del cielo. Paradójicamente el trabajo que me mantenía activo y con algunas ocupaciones era el que me había llevado a la bancarrota y miseria absoluta. Esta vez con la diferencia que estaba trabajando con niños con mucho talento. Bueno. Volviendo al tema del presupuesto, este era siempre reducido, cosa que lamentablemente es muy difícil de hacer entender a cualquiera, sobretodo a mí mismo. Acostumbrado a vivir de una manera diferente era casi imposible vivir con un saldo que poco a poco se acortaba con cada ida al cajero globalnet, que lo recomiendo para que, y ahora que recibe billetes y cheques es un éxito, así que cada vez que el maldito papel térmico salía de la máquina, develando mi misterioso y reducido saldo y como por reflejo, mi cara de asombro era ya casi un cliché. Poco a poco iba descubriendo que las cosas cuestan cada maldito sol de su precio y empecé a tomar real valor de las cosas cotidianas. Ya el auto no existía hacía bastante tiempo, así que ahora hasta los taxis me parecían caros, sobretodo cuando era una distancia que con cinco lucas de gas la haces tranquilo ida y vuelta. Que rabia pagarle al apestoso del taxista que encima te lleva como le da la gana y maneja como un desgraciado, como si fuera un remisse, las pindongas, así que ese día decidí y, en contra de mi voluntad, hacer el viaje en transporte público. Para llegar de la fábrica a una avenida transitada y llenas de combis debía hacer dos cosas: o caminaba como un desgraciado unas veinte cuadras, o simplemente me subía a una moto taxi o taxi cholo como quieran denominar a este empírico y moderno medio de transporte. Bueno en ese momento estaba decido a todo, así que ¡qué chucha! si me voy a subir a una combi también me subo a una moto. Y así fue, me subí. Creo que no falta decirles lo mucho que rogué a la pastorita huaracina, la melchorita, la sarita y todas las diosas y vírgenes paganas a las que Michel Alexander les ha hecho una novela, no encontrarme con nadie mientras realizaba tremenda proeza. Para que se entienda mejor, mi oficina conocida mundialmente por todos como "la fábrica", queda rodeada de otras fábricas de gente muy importante que conozco de hace muchos años y con que alguna mantengo amistades y hasta parentescos. Bueno, y así fue que, entre ruegos y meditaciones budistas me subí a la mototaxi maldita para que me llevara lo más rápido posible y de manera anónima a mi destino, veinte cuadras más allá. Resulta que apenas pongo un pie en la moto veo que en sentido contrario aparece la camioneta de mi gorda bella, la chanix. Claro que de ella no tengo que arrocharme de nada porque es mi pataza, así que cual Miss Perú y sin importarme que se me cruzara alguien más por ahí, saqué el cuerpo del carruaje motorizado y saludé tirando besito. Pido disculpas a mi fans y quiero que entiendan que el corte de presupuesto me hace de vez en cuando aventurarme a probar el sistema de transporte público. Bloody Public Transportation System, Felicia. (sic) Y bueno finalmente y como moraleja de esta historia es que mientras viajaba en la combi me puse a observar a la gente que iba dentro y me acordé de mi época de estudiante cuando subía y nada me importaba, sólo llegar a mi destino y hacer lo que tenia planeado. Así que hoy volví a aprender una lección. De la vida uno no debe dejar de sorprenderse nunca.

No hay comentarios.: